Gibraltar - La Graciosa


Estudiamos las corrientes del estrecho de Gibraltar y paseamos por las calles de este trozo de tierra inglesa, curiosa por el contraste que existe entre las calles impecabes y las perfectas cabinas telefónicas rojas, con las calles de la Línea de la Concepción, de pocos colores pero ambiente en los bares y en las calles. Finalmente cuando ya tuvimos más o menos claras las corrientes llenantes y vaciantes, si se llena el Atlántico o el Mediterráneo, si es cuando la Bajamar o la Plenamar de Gibraltar (que por cierto, el capitán con todos sus títulos no tenía ni puta idea); nos decidimos a salir del puerto de la Línea el mediodía el día 5 de diciembre. El objetivo es cruzar el estrecho con corriente a favor, que según nuestros cálculos debe empezar a las 16.00h. Salimos con tiempo y llenamos depósito y bidones de gasoil aprovechando los precios del combustible en Gibraltar.

Día 1:

Cruzamos el estrecho con mar bastante calmado y con viento a favor, cruzamos la frontera entre los dos mares, y por primera vez, navegamos en el gran mar, el Atlántico.

 

A la izquierda el Cinnabar cruzando el estrecho, a la derecha el faro de Tarifa, la frontera entre los dos mares.

Fue salir al Atlántico y el mar y el viento nos apretaron con fuerza, aguantamos bien con tan solo un trozo de génova, las rachas llegaban a los 40 nudos y el mar oscureció y se llenó de crestas blancas que más de una se colaba dentro de la pequeña bañera del Cinnabar. Poco a poco nos acercamos a las costas africanas, que nos protegieron del levante y nos permitieron relajarnos y hacer las guardias de la primera noche con normalidad.

Día 2:

El día se levanta tranquilo y el viento va bajando, nos descargamos el parte de meteo con el Iridium y decidimos salir más a fuera, alejarnos de la costa a buscar más viento. En pocas horas la previsión se cumple y encontramos de nuevo con buen viento y de popa para navegar a buen ritmo y comodamente. Incluso pudimos izar el spi durante la tarde.



Día 3:

Génova atangonado y haciendo buena media de velocidad avanza el día y la rutina a bordo.

 

De repente se escucha correr el hilo de la caña de pescar a toda velocidad. Han picado!!!! Rápido reducimos vela e intentamos subir a bordo nuestras próximas comidas.


       


Día 4:

El capitán sigue haciendo sus cálculos: Cuándo veremos el Teide? Es muy alto eh! Y qué harán los delfines tantas horas sólo viendo agua? No se aburren?






El Cinnabar no descansa, la tripulación sí.



Día 5:

Ya queda muy poco, por la mañana unas 80 millas nos separan de tierras Canarias, y pasamos el día esperando ver tierra en el horizonte. Se hace esperar, no es hasta la noche que las luces de Lanzarote aparecen en la proa, todavía rodeados de delfines y con ganas de tocar tierra, pero sin prisa.

Llegamos al puerto de La Graciosa a las 2 de la madrugada, recogemos finalmente el génova a tocar de la bocana del puerto y encendemos motor.


670 millas, 4 días y 11 horas

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